viernes, 24 de mayo de 2013

Tuerto, maldito y enamorado... ¡Madre mía, está hecho un cuadro!


«Los fantasmas no existen. ¿O sí?
La experiencia nos confirma la evidencia de su naturaleza ficticia: nadie ha podido comprobar de forma convincente su pertenencia al plano de lo real.
Sin embargo, hoy apelo a la complicidad de quien lea estas páginas: no podrás entender la historia que sigue si, al menos, no crees mínimamente en su existencia. Si no es así, resultará inútil que continúes leyendo.
Yo misma, si hubiese encontrado esta advertencia al comienzo de un libro unos meses atrás, lo habría cerrado en la primera página y lo habría devuelto a la biblioteca. O se lo habría regalado a mi prima Marina, tan aficionada a las novelas de jóvenes magos y de adolescentes vampiros, cuyas peripecias me han resultado siempre tan absurdas como prescindibles.
Pero nada es igual que hace unos meses, ni yo misma lo soy ni el mundo que me rodea. Ahora sé que no es más que un decorado ficticio, bajo el cual palpita lo que no se deja ver: algo que se presiente y, a veces, se nos presenta como si los espejismos hubiesen saltado al otro lado de sus reflejos.
Así irrumpió en mi presente el espectro de un habitante del pasado, arrastrando hacia mí y en tropel a un ejército de sombras que se convirtieron en mis peores pesadillas.» (Rosa Huertas, Tuerto, maldito y enamordo, EDELVIVES)

Aquellos que hayáis empezado con la lectura de esta obra bien sabréis que así empieza esta novela narrada en 1ª persona por Elisa, la protagonista, que se ve envuelta en una aventura fantasmal cuando su querida hermana pequeña, Carmen, le pide ayuda para hacer un trabajo de Lengua y Literatura sobre Lope de Vega...
La historia es bastante sencilla, y algunos os habéis quejado de que es un tanto lenta, pero lo interesante de este libro es que, a través de su lectura, os podéis acercar de forma más amena a la figura de Lope, y quizá así  aprendáis algo más que las fechas de su vida y muerte, ¿no?
Por cierto, os dejo un enlace para que veáis cómo es la casa de Lope en la actualidad, así podréis visitarla como lo hace Elisa/Elisavé/Belisa en diversas ocasiones:

¿El Fénix de los Ingenios fue un don Juan?



Durante su vida, Lope de Vega fue un hombre harto aficionado a los amoríos, que más de una vez le trajeron dificultades. En total tuvo nada más y nada menos que 15 hijos documentados entre legítimos e ilegítimos: 
Con María de Aragón[1] (llamada Marfisa en las obras de Lope), hija de un panadero flamenco instalado en Madrid, tuvo una hija,  Manuela, al parecer la primogénita de toda su prole. Fue bautizada el 2 de enero de 1581, pero falleció el 11 de agosto de 1585. 
Elena Osorio fue su primer gran amor ("Filis" en sus versos). Lope pagaba sus favores con comedias para la compañía del padre de su amada, el empresario teatral o autor Jerónimo Velázquez. Sin embargo, en 1587 Elena aceptó, por conveniencia, entablar una relación con el noble Francisco Perrenot Granvela, sobrino de un poderoso cardenal. Lope, despechado, hizo entonces circular contra ella y su familia unos libelos: 
Una dama se vende a quien la quiera. 
En almoneda está. ¿Quieren compralla?
Su padre es quien la vende, que aunque calla,
su madre la sirvió de pregonera... 
Denunció la situación en su comedia Belardo furioso y en una serie de sonetos y romances pastoriles y moriscos, lo que supuso que un dictamen judicial le enviara a la cárcel. Aun así, Lope no aprendió de sus errores, porque reincidió y la sentencia de un segundo proceso judicial fue más tajante: le desterraron ocho años de la Corte y dos del reino de Castilla, con amenaza de pena de muerte si desobedecía la sentencia.
A pesar de todo, el corazón de Lope no tardó en volverse a enamorar. Isabel de Urbina  (a quien llamó en sus versos con el anagrama "Belisa"), se convirtió en su esposa el 10 de mayo de 1588, tras haberla "raptado" de la casa paterna con su consentimiento. Con esta mujer tuvo dos hijas: Antonia (nacida probablemente en 1589, fallecida en 1594, al parecer poco antes que su madre) y Teodora (nacida en noviembre de 1594, fallecida en la infancia entre 1595 o 1596). Isabel, por su parte, muere en el parto de su segunda hija, en noviembre de 1594.
El 25 de abril de 1598, Lope contrajo segundas nupcias con Juana de Guardo, con quien se dice que se casó por conveniencia. Con ella tuvo a Jacinta (bautizada en Madrid el 26 de julio de 1599, posiblemente fallecida en la infancia pues no hay más noticias de ella); Juana (de esta hija se tuvo noticia porque en una carta escrita a un amigo fechada el 14 de agosto de 1604, Lope anunciaba que su mujer estaba por dar a luz; en su testamento de 1627, Lope nombra una hija, ya difunta)¸ Carlos Félix, (aparece que fue bautizado el 28 de marzo de 1606, por lo que se cree nació el año anterior, en 1605; falleció el 1 de junio de 1612, después de una enfermedad de varios meses); y Feliciana (nacida el 4 de agosto de 1613. La única de la descendencia legítima en sobrevivir a la infancia).
La pobre Juana de Guardo murió nueve días después de dar a luz, el 13 de agosto de 1613, a causa de sobreparto. Lope no vuelve a casarse.
A principios de marzo de 1614 recibe las órdenes menores en Madrid, y tras una estancia en Toledo  (donde se hospeda en casa de la actriz Jerónima de Burgos, con la que sostuvo un romance), y su vuelta a Madrid, recibe el último grado de su ordenación sacerdotal el 25 de mayo, en Madrid. El 29 de mayo dice su primera misa en la Iglesia del Carmen Descalzo, en esa misma ciudad.
Con la actriz Micaela de Luján (que, por cierto, estaba casada con el actor Diego Díaz, que se había ausentado al Perú, donde murió en 1603)  sostuvo una relación de cerca de quince años (posiblemente comenzada tras su segundo matrimonio, alrededor de 1599), a pesar de otros amores fugaces. Micaela fue madre de nueve hijos, cinco de los cuales, por lo menos fueron de Lope: Ángela, Mariana, Félix, Marcela, y Lope Félix, nacido el 28 de enero de 1607, y al parecer uno de sus hijos predilectos (al parecer era de naturaleza un tanto díscola, por lo que su padre le encerró, debido a su mal comportamiento, en el asilo de Nuestra Señora de los Desamparados, en 1617. Tuvo inclinaciones literarias como su padre, pero al final se volvió militar, y acabó feneciendo  en 1634 en un naufragio en la costa de Venezuela, adonde había ido en una expedición para pescar perlas). 
Marta de Nevares, (la Marcia Leonarda de las novelas, y Amarilis de las poesías y cartas de Lope), también fue una mujer muy importante en su vida. Marta nació hacia 1591 y se casó en 1604 (contra su voluntad) con un comerciante del que pronto se separa. Era aficionada a la poesía y escribía versos, cantaba, tañía y bailaba, era de buena conversación y prosa, y hasta tenía talento de actriz (representó una comedia de Lope en su casa). Sus relaciones, iniciadas alrededor de septiembre de 1616, tuvieron como fruto una hija, Antonia Clara (Clarilis), nacida el 12 de agosto de 1617.  Antonia, que fue la menor de toda su descendencia y la alegría de su vejez, se fugó del hogar paterno el 17 de agosto de 1634 con don Cristóbal Tenorio, y Lope nunca se recuperó de este golpe.
Marta de Nevares quedó ciega en 1622, pero esa no fue su única desgracias, ya que tiempo después perdió la razón. Falleció al cuidado de Lope, en su casa, el 7 de abril de 1632, con 41 años. Ésta fue la última relación significativa en la vida del Fénix de los Ingenios. 
Además de esta descendencia, Lope tuvo otros dos hijos, fruto de relaciones fugaces: Fernando de Pellicer (de madre valenciana) y Fray Luis de la Madre de Dios (de madre desconocida).

[1] Tras el término de la relación, Marfisa se casa con un flamenco en 1592 y fallece el 6 de septiembre de 1608.





jueves, 23 de mayo de 2013

Las jarchas


En 1948, el hebraísta Samuel Miklos Stern revolucionó el panorama de la literatura cuando descubrió las jarchas, que situaban los comienzos de la lírica española y románica en la primera mitad del siglo XI, o tal vez antes.
Una jarcha (en árabe, خرجة jarŷa, "salida" o "final") es una composición lírica popular de la Hispania musulmana, que constituía la parte final de la denominada moaxaja (procedente del árabe موشحة muwaššaḥa (o muwashshaha), que significa collar), un tipo de poema culto originario de la península y que tuvo su momento de esplendor en Al-Ándalus entre los siglos X y XII, (un dato curioso, los propios árabes se referían a veces a las moaxajas como "cancioncillas al estilo de los cristianos").
Como ya hemos comentado, las jarchas aparecían al final de las moaxajas, y estaban compuestas en un dialecto hispanoárabe coloquial, en hebreo o en la lengua romance que utilizaban los andalusíes, es decir, en mozárabe. Fueron escritas por poetas cultos árabes y judíos, pero principalmente mujeres aristocráticas, que tomaban como modelo la lírica románica tradicional. Su importancia radica en que son el documento más antiguo que se conoce de poesía en lengua romance.
La jarcha acostumbra a recoger un lamento de amor por la ausencia del amado (habib), la voz principal es femenina y se dirige a algún confidente (las hermanas, la madre...).
Pero dejémonos de tantapalabrería, que sé que a estas nuevas generaciones os gusta más lo audiovisual... Así que he aquí un vídeo que introducirá en el tema de las jarchas y, a continuación, un poema, "Vayse meu corachón de mib":
 
VAYSE MEU CORACHÓN DE MIB]
Vayse meu corachón de mib,
ya Rab, ¿si se me tornarád?
¡Tan mal meu doler li-l-habib!
Enfermo yed, ¿cuánd sanarad?
 Mi corazón se va de mí,
Oh Dios, ¿acaso regresará?
¡Tan fuerte [es] mi dolor por el amado!
[Mi corazón] enfermo está, ¿cuándo sanará?

[GARID VOS, AY YERMANIELLAS]
Garid vos, ay yermaniellas,
¿cóm'conteneré mieu mali?
Sin el habib non vivreyu
advolaréi demandari. 
Decid vosotras, oh hermanillas,
¿cómo contendré mi mal?
Sin el amado no podré vivir,
y volaré a buscarlo.

[¿QUÉ FARÉ, MAMMA?]
¿Qué faré, mamma?
Meu-l-habib est'ad yana. 
¿Qué haré, madre?
Mi amado está a la puerta.

[SI ME QUERESES]
Si me quereses,
ya uomne bono,
si me quereses,
darasme uno. 
Si me quisieses,
oh hombre bueno,
si me quisieses,
me darías uno.
 
Por cierto, si queréis leer alguna más, pinchad en el siguiente vínculo: jarchas del siglo XI de la Bibliotheca Augustana.

¿Y no tenéis curiosidad de cómo podría ser una de estas composiciones cantadas? Pues he aquí unos  ejemplos, el primero una jarcha en lengua mozárabe, y los siguientes, moaxajas musicadas:


 


Y como ya estoy desatada, no puedo evitar poner una canción de Ana Alcaide. Hace tiempo, escuché en la radio una entrevista donde habló sobre su nyckelharpa (una viola de teclas un tanto peculiar) y comentó que se dedicaba a interpretar músicas de la tradición sefardí, árabe y cristiana, junto con otras del mundo (en especial del imaginario escandinavo, que es de donde procede ese peculiar instrumento que podéis ver en sus manos). Disfrutadla: