"El trabajo que nunca se empieza es el que tarda más en finalizarse", J. R. R. Tolkien
jueves, 31 de octubre de 2013
martes, 29 de octubre de 2013
Pío Baroja
Pío Baroja (San Sebastián, 1872-Madrid, 1956) cuenta con una extensa producción literaria, fundamentalmente narrativa.
El escritor donostiarra agrupó sus novelas en trilogías (en algún caso, tetralogías), atendiendo a la similitud de personajes, temas o paisajes, pero a veces la relación existente entre las piezas así reunidas resulta un tanto arbitraria o artificial. La titulada Tierra vasca, una de las más homogéneas, incluye La casa de Aizgorri (1900), El mayorazgo de Labraz (1903) y La leyenda de Jaun de Alzate (1922); La vida fantástica la componen Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox (1901), Camino de perfección (1902) y Paradox, rey (1906); La lucha por la vida está formada por La busca (1904), Mala hierba (1904) y Aurora roja (1905); El pasado la integran La feria de los discretos (1905), Los últimos románticos (1906) y Las tragedias grotescas (1907); bajo el epígrafe de La raza agrupó Baroja La dama errante (1908), La ciudad de la niebla (1909) y El árbol de la ciencia (1911); Las ciudades consta de César o nada (1910), El mundo es ansí (1912) y La sensualidad pervertida (1920); El mar reúne cuatro títulos: Las inquietudes de Shanti Andía (1911), El laberinto de las sirenas (1923), Los pilotos de altura (1929) y La estrella del capitán Chimista (1930); en la serie Las agonías de nuestro tiempo entran El gran torbellino del mundo (1926), Las veleidades de la fortuna (1927) y Los amores tardíos (1927); la titulada La selva oscura encierra La familia de Errotacho (1931), El cabo de las tormentas (1932) y Los visionarios (1932); en fin, La juventud perdida incluye Las noches del Buen Retiro (1934), El cura de Monleón (1936) y Locuras de Carnaval (1937).
A todas estas series hay que sumar varias novelas «sueltas»: Susana y los cazadores de moscas (1938), Laura o la soledad sin remedio (1939), El caballero de Erlaiz (1944), El puente de las ánimas (1945), El hotel del cisne (1946), El cantor vagabundo (1950) o Las veladas del chalet gris (1951), entre otras. Asimismo debemos recordar los veintidós volúmenes de Memorias de un hombre de acción (1913-1935), que evocan la vida del conspirador y aventurero Eugenio de Aviraneta, antepasado del autor, al tiempo que nos ofrecen un acabado retrato de la España del siglo XIX, desde la guerra de la Independencia hasta la regencia de María Cristina (proyecto similar, en este sentido, a la serie de Episodios Nacionales de Pérez Galdós).
También escribió cuentos como los recogidos en Vidas sombrías (1900) o Idilios vascos (1902), más libros autobiográficos y de memorias: Juventud, egolatría (1917), Las horas solitarias (1918), Desde la última vuelta del camino (1944-1949); biografías como Aviraneta o la vida de un conspirador (1931), Juan van Halen, el oficial aventurero (1933); ensayos: El tablado de Arlequín (1917), La caverna del humorismo (1920), Divagaciones apasionadas (1924); un libro de poemas, Canciones del suburbio (1944), y algunas piezas dramáticas, entre las que se cuentan Adiós a la bohemia, Arlequín, mancebo de botica, Los pretendientes de Colombina, El horroroso crimen de Peñaranda del Campo, El nocturno del hermano Beltrán, Todo acaba bien… a veces, etc.
Pío Baroja fue ante todo novelista, un gran fabulador y contador de historias. Cultivó preferentemente una novela de acción, plena de aventuras, basada sobre todo en la peripecia exterior de los personajes, con técnicas y estructuras aprendidas en los grandes maestros europeos de la novela de folletín. El autor, que no gusta de complejidades psicológicas, no se detiene demasiado en el análisis del interior de los personajes. Se suele afirmar que sus novelas son deshilvanadas y no presentan una estructura determinada, de forma que serían susceptibles de ampliación o continuación. Todas estas características deben ser relacionadas con las teorías literarias de Baroja, que quedaron expuestas en el prólogo de La nave de los locos (1925), replica a las Ideas sobre la novela de Ortega y Gasset. Baroja concibe la novela como «un género multiforme, proteico, en formación, en fermentación», que sería además espejo de la vida. Suele recordarse su famosa definición en la que afirma que la novela es un saco en el que cabe todo, «el libro filosófico, el psicológico, la aventura, la utopía, lo épico, todo absolutamente». Lo que une esos elementos tan dispares es la presencia de un personaje central que actúa como hilo conductor de la acción. Los protagonistas barojianos son, por lo general, seres inadaptados que acaban vencidos física o moralmente. A veces estos héroes constituyen proyecciones de las ideas del autor, de sus ideas escépticas y pesimistas.
En cuanto al estilo, se ha señalado tradicionalmente cierto descuido en la forma de escribir de Pío Baroja, con frecuentes solecismos, anacolutos e incorrecciones gramaticales. Como se ha comentado, al escritor vasco le importa mucho más lo que quiere contar que la manera de contarlo, de ahí que defienda un estilo sobrio, sencillo, con predominio de frases cortas, ágiles diálogos y descripciones impresionistas. Todo esto proporciona a sus novelas un ritmo dinámico que facilita y hace amena su lectura.
Generación del 98
Tradicionalmente se conoce como Generación del 98 a un grupo de escritores, ensayistas y poetas españoles que se vieron profundamente afectados por la crisis moral, política y social de Españan, fruto de la derrota militar en la guerra hispano-estadounidense, que conllevó la pérdida de Puerto Rico, Cuba y Filipinas en 1898. El nombre fue propuesto por José Martínez Ruiz (Azorín) en unos artículos de 1913 (donde, por cierto, inicialmente se incluyeron más nombres de los que hoy consideramos "hombres del 98").
Sin embargo, la existencia de esta generación, no ha estado exenta de polémica: Pío Baroja y Ramiro de Maeztu
negaron su existencia, si bien más tarde Pedro Salinas la
afirmó, tras un minucioso análisis, en sus cursos universitarios y en un
breve artículo aparecido en Revista de Occidente (diciembre de
1935). Salinas, siguiendo el concepto de «generación literaria» definido por el
crítico literario alemán Julius Petersen, estableció que cumplían una serie de premisas que permitía considerarlos como tal:
- Proximidad entre los años de nacimiento.
- Formación intelectual semejante (autodidactismo principalmente)
- Convivencia personal.
- Un acontecimiento generacional que les obliga a reaccionar (en este caso, todos reaccionaron con el llamado Desastre del 98).
- Empleo peculiar del idioma, claramente diferenciados respecto a los de la generación precedente.
- Presencia de un guía (dentro de la generación tomaron como maestro a Unamuno, pero también fueron muy importantes los filósofos Schopenhauer o Nietzsche).
Aquí tenéis un breve vídeo sobre esta generación:
Y otro bastante más largo sobre el Desastre del 98:
martes, 22 de octubre de 2013
Bestiario medieval
"Me has preguntado sobre las tierras incógnitas del mundo y sobre la
credibilidad que debe concederse al gran número de monstruos que se
dice que viven en las regiones desconocidas de la tierra, en los
desiertos, en las islas de los océanos y en los escondrijos de las
montañas más lejanas." (Prólogo del Liber monstrorum anónimo del siglo
VIII)
La presencia de monstruos y seres prodigiosos no fue algo inventado durante el Medievo, sino una herencia que se sustentaba en una amplísima tradición oral y escrita que venía desde la Antigüedad. Los monstruos que aparecen mencionados en los bestiarios medievales salieron de antiguas leyendas de los pueblos mesopotámicos, índicos, egipcios y hebreos y de sus respectivas mitologías y religiones. Y desde allí, se instalaron en el acervo cultural de occidente.
Para conocer un poco más todas algunas de esas criaturas, aquí tenéis una presentación en Prezi. Espero que os guste:
jueves, 10 de octubre de 2013
Lírica galaico portuguesa
La lírica galaicoportuguesa se desarrolló en la Edad Media, fundamentalmente entre los siglos XII y XIV, en galaicoportugués, la lengua primitiva de la que derivarían posteriormente el portugués y el gallego modernos. Alcanzó un prestigio tan grande, que incluso multitud
de poetas de otros lugares de la Península Ibérica compusieron cantigas
en esta lengua (el ejemplo más destacado es el del monarca castellano
Alfonso X el Sabio, autor de las Cantigas de Santa María).
Sus primeras composiciones estuvieron muy influidas por la lírica provenzal, en gran medida debido al Camino de Santiago, que facilitó la entrada de la cultura francesa y en especial de la poesía trovadoresca que se daba en la Provenza (sur de Francia). Así pues, los poetas adaptaron la temática, la métrica y las convenciones propias de la poesía trovadoresca, aunque con ligeras variaciones y utilizando su lengua vernácula (algo que, por ejemplo, no sucedió en Cataluña, que utilizaron el occitano como lengua de expresión poética).
Los géneros principales son:
-Cantigas de amor: Son poemas basados en los preceptos del amor cortés, al estilo provenzal, donde el poeta expresa el amor por su amada.
-Cantigas de amigo: En este tipo de poemas una voz femenina expresa su tristeza debido a la ausencia de su amado (=amigo).
-Cantigas de escarnio e maldecir: En ellas se vitupera a ciertos personajes a través de sátiras y burlas.
Las cantigas eran interpretadas por juglares y trovadores, quienes eran compañados con frecuencia por mujeres bailando, llamadas soldadeiras. Las de mayor prestigio y belleza estaban adscritas a la Corte y tenían como principal oficio el de cantar y bailar ante reyes, nobles, cortesanos, recibiendo una soldada como pago a sus servicios (de ahí su nombre). María Pérez, conocida como La Balteira, fue la más famosa y cotizada soldadeira.
Y para terminar, aquí tenéis un pequeño vídeo sobre las cantigas y debajo, otro en el que podéis oír la interpretación de una:
El romancero
Hay infinidad de teorías sobre el origen de los romances. La más actual defiende que éstos habrían surgido de la fragmentación de las grandes epopeyas medievales o cantares de gesta: la preferencia del público por las partes más emocionantes y dramáticas de los cantares llevó a que los juglares seleccionaran algunos fragmentos, que empezaron a recitarse aislados del resto.
Con el tiempo, estos fragmentos se transformaron en poemas independientes y recibieron el nombre de romances. Al ser más breves que los cantares de gesta, los oyentes los memorizaban con una mayor facilidad, por lo que ellos a su vez los repetían y cantaban, y así, se fueron transmitiendo oralmente de padres a hijos, de generación en generación. Con el tiempo, incluso algunos se mezclaron con
otros y experimentaron una elaboración formal que consistía en numerosas
variantes, muchas de ellas localizadas sobre todo al final.
Así pues, los romances son composiciones de carácter popular que fueron en un principio difundidos
oralmente por los juglares y el pueblo y que posteriormente fueron recogidos en romanceros y
pliegos sueltos.
Se trata de poemas de carácter épico-lírico,
es decir, poemas que nos narran brevemente una historia con una gran
carga sentimental. Surgieron a partir de la segunda mitad del siglo XIV y
sobre todo en el XV, unos vinculados a los temas épicos tradicionales
(Mio Cid...) y otros con nuevos temas relacionados con la realidad
contemporánea (romances que hablaban sobre las luchas entre musulmanes y
cristianos...), pero los había incluso de historias inventadas.
Estos romances que se remontan a los siglos XIV y XV son los más antiguos y reciben el nombre de Romancero viejo. Más tarde, durante los siglos XVI y XVII, los poetas cultos (Cervantes, Lope de Vega, Góngora, Quevedo...) comenzaron a imitarlos dando lugar a denominado Romancero nuevo.
-de tema épico castellano (el rey don Rodrigo, los infantes de Lara, el Cid Campeador...)
-de tema épico francés (Carlomagno, Roldán, la batalla de Roncesvalles...)
-fronterizos y moriscos (narran luchas entre reinos moros y cristianos)
-novelescos y líricos (basados en temas mitológicos, históricos y de ficción, o bien expresión de sentimientos como el amor, la muerte, el dolor por la ausencia del amado, etc.)
En cuanto a la métrica, se trata de composiciones poéticas formadas por un número indefinido de versos octosílabos con rima asonante en los pares, mientras que los versos impares quedan libres.
Algunos de los recursos literarios más comunes son el uso de símbolos, las repeticiones, las enumeraciones, las antítesis, el uso de fórmulas y epítetos épicos, diálogos, finales trágicos, llamadas al oyente y sencillez sintáctica.
A través del siguiente vídeo podéis haceros una idea de la transmisión oral del romancero tradicional:
Y si alguien quiere escuchar otro romance, el de El Conde Olinos, aquí tiene este vídeo:
Y por último, os dejo también algunos enlacescon algunos romances que podéis leer, e incluso oír:
Y por último, os dejo también algunos enlacescon algunos romances que podéis leer, e incluso oír:
Romance del conde Arnaldos(con audio)
Romance del enamorado y la muerte (con audio)
domingo, 8 de septiembre de 2013
Palabros III
Tercera entrada con más material, esta sacado de la sección Inculteces del ya desaparecido programa radiofónico de RNE, Asuntos propios. En él, los oyentes compratían sus "tropiezos" lingüísticos, y aquí tenéis algunos de ellos:
Palabros II
Está claro que esto de los palabros es un filón, y de por eso mismo os dejo este par de vídeos para que disfrutéis con las meteduras de pata ajenas:
Palabros
Un palabro es nada más y nada menos que una palabra que, tras el uso diario, se ha visto reconvertida en su
fondo y forma, dando lugar a otro vocablo que puede haber perdido todo
vestigio de su predecesor. Para entendernos, vendría a ser una especie de (aunque suene un pelín fuerte) "bastardo" lingüístico. De hecho, el término palabro es definido en el diccionario de la Academia como "palabra
mal dicha o estrambótica. Palabrota, palabra malsonante".
La correcta dicción y la riqueza del lenguaje son algo que no siempre se da entre los hablantes de nuestra ilustre lengua, y fruto de esta ausencia surgen palabros de lo más variopintos que no dejan, en muchas ocasiones, de arrancarnos una sonrisa... Un claro ejemplo es el Diccionario de burradas de Xoxé Castro, que contiene lindezas tales como:
-Por favor, endereza tú la ensalada. (adereza)
-Tráeme el fli de limpiar los hornos. (aerosol, spray)
-Me gusta ver el furbo por la tele. (fútbol)
-Colgó un almenaque del año noventa y cinco en la cocina. (almanaque)
-¿No sabes que día es hoy? ¡Pues mira el candelario! (calendario)
-¡Marchando una ración de cocretas! (croquetas)
-Tengo un algun de fotos. Las fotos las tengo metidas en álgunes. (álbum)
-Me molestan las almorroides y no puedo sentarme. (almorranas/hemorroides)
-Como la tenía inflamada, me extrayeron la pendis. (extrajeron, el apéndice)
-Ahora no hay baches, porque el camino está enfaltado. (asfaltado)
-La aspirina fluorecesnte es más rápida y eficaz. (efervescente)
-Le dio un ataque célebre y se quedó allí mismo. (cerebral)
-Vino la guardia civil y levantó apestado del accidente. (atestado)
-Mi hijo está en la Checoslovina con los cascos azules esos. (Bosnia Herzegovina)
-Una limosna, por favor, que vivo bajo un puente pasando calidades. (calamidades)
-El parto se complicó y tuvieron que hacerle la necesaria. (cesárea)
-Me gusta mucho el cine, soy muy cinéfalo. (cinéfilo)
-Vendo pilas alcalaínas. (alcalinas)
-Este modelo de coche ya viene con faros alucinógenos. (halógenos)
-Esa palabra lleva acento porque es lúcula, ¡ay no!: brújula. (esdrújula)
-Sí, yo también estoy curada de espasmos. (espantos; dicho por Sofía Mazagatos)
-Quiero infundarte ánimos. (infundirte; el Príncipe de Asturias a Pedro Duque, astronauta español)
-Hay que mandar un flas. (fax)
-Aquí hay que poner un arterisco. (asterisco)
-No tengas pena, cuéntame tus coitos. (cuitas)
-Veo mal porque tengo estigmatismo. (astigmatismo)
-Vino el vendedor y nos enseñó el monstruario. (muestrario)
-Me he comprado un pareado que me hace juego con la camisa. (pareo)
-Hoy hay garrafas de viento. (ráfagas)
-Tarzán se colgaba de las alimañas. (lianas)
-Era como una voz de otra tumba. (ultratumba)
-Es una carretera con muchos sobacones. (socavones)
-Menudo cochazo os habéis comprado; cómo se nota que nadáis en la ambulancia. (abundancia)
-He perdido la loción del tiempo. (noción)
-Le gusta que le hagan daño, es muy masojista. (masoquista)
-Yo soy muy psicópata, enseguida conozco a la gente. (psicóloga)
-A mi marido le gusta ir muy alicatado. (acicalado)
-En esa carretera son muy peligrosos los estores. (plural de estor = stop)
-Está todo el día endrogao con la heroína. (drogado)
-Los piñones salen caros porque son muy diminutivos. (diminutos)
-Echaron por la tele un partido de fúmbol indefinido vía salitre. (dieron, fútbol en diferido, satélite)
-El ginecólogo me ha dicho que el defecto está muy bien. (feto)
-El demandante, que no sabía ni leer ni escribir, firmó su declaración con las huellas genitales. (digitales)
-De primer plato, tenemos bisesuá. (vichyssoise)
-De postre, unos comimos congüis. (kiwis)
-De postre tomaré profilácticos de chocolate. (profiteroles)
-De postre tomaré una ceremonia de frutas. (macedonia)
-Tengo una casa en Granada de arte mollejar. (mudéjar)
-Este bollo está indeleble. (incomible)
-No distingue bien los colores porque es dalmático. (daltónico)
-Es un tipo subnormálido. (subnormal)
-Sí, aquí los llamamos calitus, pero ya sé que se llaman orcáliptus... (eucaliptos)
-Dos, cuatro, seis y así sustantivamente. (sucesivamente)
-La píldora es un método anticorrosivo. (anticonceptivo)
-A mí me gustan las películas de cierta ficción. (ciencia ficción)
-Llovía muchísimo, parecía el Danubio universal. (diluvio)
-Me tomé unas nueces, unas almendras y unos alcagüeses. (cacahuetes)
-No tienen hijos porque él es omnipotente/imponente. (impotente)
-El caviar es huevas de centurión. (esturión)
-Quiero cuarto de queso Semental. (Emmental)
-Se puso hecha un obelisco o una basílica. (basilisco)
-Va a aprender eureka porque se va a vivir a Bilbao. (Euskara)
-Tengo la tensión muy alta. Soy supertenso. (Hipertenso)
-En la televisión siempre cantan en playboy. (playback)
-Ha dejado la tapa matemáticamente cerrada. (herméticamente)
-Los locutores, mientras narramos, hacemos la fotosíntesis de la jugada. (síntesis; oído a un locutor deportivo)
-Te voy a pegar una samanta palos. (somanta)
-Tomo asteroides para ganar músculo. (esteroide)
-Su madre le hizo una transfusión bancaria. (transferencia)
Palabras patrimoniales, cultismos y semicultismos
Quino |
El Imperio Romano exportó su cultura y sus palabras a lo largo y ancho de las zonas conquistadas. Y el hecho de que los
romanos llegaran a la península en el siglo III antes de Cristo y que
su enorme Imperio no se desmembrara hasta el siglo V de la era cristiana, supuso nada más y nada menos que casi ocho siglos de dominio (decenio arriba, decenio abajo). Por eso en castellano tenemos infinidad de palabras derivadas del latín.
Pero no todas son iguales... Hay que distinguir los siguientes tipos de
palabras procedentes del latín:
- Latinismos: son palabras o expresiones que han pasado al
castellano sin que haya mediado ningún cambio en su escritura (a priori, a posteriori, ipso facto, per capita, etc.).
- Palabras patrimoniales: son palabras que, desde que vinieron los romanos y las
trajeron, han pertenecido siempre a nuestro caudal léxico. Las palabras patrimoniales proceden del
latín hablado, de modo que su evolución es fruto de los cambios producidos en el
hablar del pueblo que las utilizaba, que las fue cambiando paulatinamente, siguiendo unas leyes fonéticas. Así pues, este tipo de palabras presentan una evolución completa, o lo que es lo mismo, unos cambios sustanciales con respecto a su palabra original en latín: filium> hijo.
- Cultismos: son palabras procedentes del latín culto (generalmente escrito) incorporadas al léxico castellano en épocas diferentes, a través de las ciencias, las artes y la literatura, con el fin de designar nuevos conceptos. Estas palabras ya no están sujetas a las leyes fonéticas que hemos mencionado antes, de ahí que no hayan sufrido demasiados cambios, sino que solamente han sido adaptadas para no parecer extrañas (recuperare > recuperar, citare > citar).
- Cultismos: son palabras procedentes del latín culto (generalmente escrito) incorporadas al léxico castellano en épocas diferentes, a través de las ciencias, las artes y la literatura, con el fin de designar nuevos conceptos. Estas palabras ya no están sujetas a las leyes fonéticas que hemos mencionado antes, de ahí que no hayan sufrido demasiados cambios, sino que solamente han sido adaptadas para no parecer extrañas (recuperare > recuperar, citare > citar).
Pero si una cosa ya deberíais saber a estas alturas es que nuestra lengua es bastante compleja (¿o caprichosa?) de ahí que sea frecuente que de un mismo término latino deriven dos
castellanos, uno patrimonial y otro culto: son los denominados dobletes.
Aquí tenéis otros ejemplos:
Latín Cultismo Patrimonial
animam ánima alma
calidum cálido caldo
capitalem capital caudal
cathedram cátedra cadera
causam causa cosa
clamare clamar llamar
clavem clave llave
claviculam clavícula clavija
computare computar contar
cubiculum cubículo cobijo
delicatum delicado delgado
directum directo derecho
fabulam fábula habla
filium filial hijo
limpidum límpido limpio
litigare litigar lidiar
operam ópera obra
ovum óvulo huevo
patrem paternal padre
planum plano llano
plenum pleno lleno
proximum próximo prójimo
recitare recitar rezar
rupturam ruptura rotura
solitarium solitario soltero
strictum estricto estrecho
- Semicultismos: son palabras que no han
evolucionado completamente, y aunque presentan un aspecto más evolucionado que el
cultismo, están menos evolucionadas que las palabras patrimoniales. Por ejemplo, saeculum > 'siglo' presenta sonorización de la c (una de esas reglas que, como hemos dicho, siguen las patrimoniales) pero su no evolucionó más, puesto que entonces, diríamos 'sejo'.
Por último, un par de ejercicios para que practiquéis: uno para que digáis si la palabra propuesta es un cultismo o una patrimonial, y otro para relacionéis el término latino con sus correspondientes dobletes.
viernes, 24 de mayo de 2013
Tuerto, maldito y enamorado... ¡Madre mía, está hecho un cuadro!
«Los fantasmas no existen. ¿O sí?
La experiencia nos confirma la evidencia de su naturaleza ficticia: nadie ha podido comprobar de forma convincente su pertenencia al plano de lo real.
Sin embargo, hoy apelo a la complicidad de quien lea estas páginas: no podrás entender la historia que sigue si, al menos, no crees mínimamente en su existencia. Si no es así, resultará inútil que continúes leyendo.
Yo misma, si hubiese encontrado esta advertencia al comienzo de un libro unos meses atrás, lo habría cerrado en la primera página y lo habría devuelto a la biblioteca. O se lo habría regalado a mi prima Marina, tan aficionada a las novelas de jóvenes magos y de adolescentes vampiros, cuyas peripecias me han resultado siempre tan absurdas como prescindibles.
Pero nada es igual que hace unos meses, ni yo misma lo soy ni el mundo que me rodea. Ahora sé que no es más que un decorado ficticio, bajo el cual palpita lo que no se deja ver: algo que se presiente y, a veces, se nos presenta como si los espejismos hubiesen saltado al otro lado de sus reflejos.
Así irrumpió en mi presente el espectro de un habitante del pasado, arrastrando hacia mí y en tropel a un ejército de sombras que se convirtieron en mis peores pesadillas.» (Rosa Huertas, Tuerto, maldito y enamordo, EDELVIVES)
Aquellos que hayáis empezado con la lectura de esta obra bien sabréis que así empieza esta novela narrada en 1ª persona por Elisa, la protagonista, que se ve envuelta en una aventura fantasmal cuando su querida hermana pequeña, Carmen, le pide ayuda para hacer un trabajo de Lengua y Literatura sobre Lope de Vega...
La historia es bastante sencilla, y algunos os habéis quejado de que es un tanto lenta, pero lo interesante de este libro es que, a través de su lectura, os podéis acercar de forma más amena a la figura de Lope, y quizá así aprendáis algo más que las fechas de su vida y muerte, ¿no?
Por cierto, os dejo un enlace para que veáis cómo es la casa de Lope en la actualidad, así podréis visitarla como lo hace Elisa/Elisavé/Belisa en diversas ocasiones:
¿El Fénix de los Ingenios fue un don Juan?
Durante su vida, Lope de Vega fue
un hombre harto aficionado a los amoríos, que más de una vez le trajeron
dificultades. En total tuvo nada más y nada menos que 15 hijos documentados
entre legítimos e ilegítimos:
Con
María de Aragón[1]
(llamada Marfisa en las obras de Lope), hija de un panadero flamenco
instalado en Madrid, tuvo una hija, Manuela,
al parecer la primogénita de toda su prole. Fue bautizada el 2 de enero de
1581, pero falleció el 11 de agosto de 1585.
Elena Osorio fue su primer
gran amor ("Filis" en sus versos). Lope pagaba sus favores con
comedias para la compañía del padre de su amada, el empresario teatral o autor
Jerónimo Velázquez. Sin embargo, en 1587 Elena aceptó, por conveniencia,
entablar una relación con el noble Francisco Perrenot Granvela, sobrino de un
poderoso cardenal. Lope, despechado, hizo entonces circular contra ella y su
familia unos libelos:
Una dama se vende a quien la
quiera.
En almoneda está. ¿Quieren
compralla?
Su padre es quien la vende, que
aunque calla,
su madre la sirvió de
pregonera...
Denunció la situación en su comedia
Belardo furioso y en una serie de sonetos y romances pastoriles y
moriscos, lo que supuso que un dictamen judicial le enviara a la cárcel. Aun así, Lope no
aprendió de sus errores, porque reincidió y la sentencia de un segundo proceso judicial
fue más tajante: le desterraron ocho años de la Corte y dos del reino de
Castilla, con amenaza de pena de muerte si desobedecía la sentencia.
A pesar de todo, el corazón de Lope
no tardó en volverse a enamorar. Isabel de Urbina (a quien llamó en sus versos con el anagrama
"Belisa"), se convirtió en su esposa el 10 de mayo de 1588,
tras haberla "raptado" de la casa paterna con su consentimiento. Con esta
mujer tuvo dos hijas: Antonia (nacida probablemente en 1589, fallecida
en 1594, al parecer poco antes que su madre) y Teodora (nacida en
noviembre de 1594, fallecida en la infancia entre 1595 o 1596). Isabel, por su
parte, muere en el parto de su segunda hija, en noviembre de 1594.
El 25 de abril de 1598, Lope
contrajo segundas nupcias con Juana de Guardo, con quien se dice que se
casó por conveniencia. Con ella tuvo a Jacinta (bautizada en Madrid el
26 de julio de 1599, posiblemente fallecida en la infancia pues no hay más
noticias de ella); Juana (de esta hija se tuvo noticia porque en una
carta escrita a un amigo fechada el 14 de agosto de 1604, Lope anunciaba que su
mujer estaba por dar a luz; en su testamento de 1627, Lope nombra una hija, ya
difunta)¸ Carlos Félix, (aparece que fue bautizado el 28 de marzo de
1606, por lo que se cree nació el año anterior, en 1605; falleció el 1 de junio
de 1612, después de una enfermedad de varios meses); y Feliciana (nacida
el 4 de agosto de 1613. La única de la descendencia legítima en sobrevivir a la
infancia).
La pobre Juana
de Guardo murió nueve días después de dar a luz, el 13 de agosto de 1613, a causa
de sobreparto. Lope no vuelve a casarse.
A principios de marzo de 1614 recibe
las órdenes menores en Madrid, y tras una estancia en Toledo (donde se hospeda en casa de la actriz
Jerónima de Burgos, con la que sostuvo un romance), y su vuelta a Madrid, recibe
el último grado de su ordenación sacerdotal el 25 de mayo, en Madrid. El 29 de
mayo dice su primera misa en la Iglesia del Carmen Descalzo, en esa misma
ciudad.
Con la actriz Micaela de Luján (que, por cierto, estaba casada con el actor Diego
Díaz, que se había ausentado al Perú, donde murió en 1603) sostuvo una relación de cerca de quince años
(posiblemente comenzada tras su segundo matrimonio, alrededor de 1599), a pesar
de otros amores fugaces. Micaela fue madre de nueve hijos, cinco de los cuales,
por lo menos fueron de Lope: Ángela, Mariana, Félix, Marcela, y Lope Félix,
nacido el 28 de enero de 1607, y al parecer uno de sus hijos predilectos (al
parecer era de naturaleza un tanto díscola, por lo que su padre le encerró,
debido a su mal comportamiento, en el asilo de Nuestra Señora de los
Desamparados, en 1617. Tuvo inclinaciones literarias como su padre, pero al
final se volvió militar, y acabó feneciendo en 1634 en un naufragio en la costa de
Venezuela, adonde había ido en una expedición para pescar perlas).
Marta de Nevares, (la Marcia Leonarda de las novelas, y Amarilis
de las poesías y cartas de Lope), también fue una mujer muy importante en su
vida. Marta nació hacia 1591 y se casó en 1604 (contra su voluntad) con un comerciante
del que pronto se separa. Era aficionada a la poesía y escribía versos,
cantaba, tañía y bailaba, era de buena conversación y prosa, y hasta tenía
talento de actriz (representó una comedia de Lope en su casa). Sus relaciones,
iniciadas alrededor de septiembre de 1616, tuvieron como fruto una hija, Antonia
Clara (Clarilis), nacida el 12 de
agosto de 1617. Antonia, que fue la
menor de toda su descendencia y la alegría de su vejez, se fugó del hogar
paterno el 17 de agosto de 1634 con don Cristóbal Tenorio, y Lope nunca se
recuperó de este golpe.
Marta de Nevares quedó ciega en
1622, pero esa no fue su única desgracias, ya que tiempo después perdió la razón. Falleció al cuidado de Lope, en su
casa, el 7 de abril de 1632, con 41 años. Ésta fue la última relación
significativa en la vida del Fénix de los Ingenios.
Además de esta descendencia, Lope tuvo otros dos hijos, fruto de relaciones fugaces: Fernando de Pellicer (de madre valenciana) y Fray Luis de la Madre de Dios (de madre desconocida).
[1] Tras el término de la
relación, Marfisa se casa con un flamenco en 1592 y fallece el 6 de septiembre
de 1608.
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